lunes, 20 de enero de 2014

Punto 3. Renunciar a vacunas y a medicación alopática

Este tema requeriría muchas entradas de posts, por ser complejo y espinoso, porque, para reflejar todos los aspectos, sería necesario reunir toda la información crítica y en contra de la corriente mayoritaria, trabajo arduo y al que se dedican sitios especializados (ver enlaces al final de este post.) 

Si nuestro organismo tiene mecanismo de autocuración, solo se debería administrar sustancias sintéticas en caso de extrema necesidad y durante un breve periodo de tiempo. Lamentablemente, tanto las vacunas como la medicación alopática han pasado a formar parte del botiquín diario: ¿Fiebre? Antipirético ¿Dolor? Analgésico. ¿Inflamación? Antibiótico. Y todos los niños están vacunados contra todo tipo de enfermedad de niños que nuestra generación aún las pasaba.

Las vacunas están, desde su desarrollo por Louis Pasteur, en controversia. Sobre todo en los últimos años y con la introducción de vacunas polivalentes, la vacuna contra la gripe aviar y aquella contra el VPH, ha llevado a mucha gente a replantearse la vacunación. Lamentablemente, se opera con mucho miedo. En estos días mismo, una vez declarada el brote de epidemia de la gripe estacional, la recomendación es de lavarse a menudo las manos y, para evitar complicaciones, de vacunarse, porque "el 75% de los enfermos registrados no están vacunados". Nadie te explica sin embargo que, a parte de los virus inoculados o atenuados, en la vacuna se reúnen unos cuantos coadyuvantes peligrosos para tu salud:
- El mercurio que, a pesar de ser prohibido desde hace uno años, se sigue encontrando justamente en la vacunación contra la gripe estacional (ver aquí aquellas vacunas que no lo contienen). Se relaciona con el síndrome de autismo.
- El aluminio, aunque en cantidades nano, es capaz de bloquear las neuronas. Aluminio es cancerígeno, un toxico para el sistema nervioso y relacionado con enfermedades neurovegetativas como el Alzheimer.
- Algunas vacunas son "fabricadas" sobre células de fetos obtenidos de abortos. Dejando al lado cuestiones morales y éticas, se está introduciendo ADN extraño al nuestro organismo. Nadie sabe decir, qué hará nuestro cuerpo con un ADN ajeno.
- Alergenos, responsables de desencadenar crisis alérgicas.

Por lo que se refiere a los medicamentos, no hay ni uno que,  tomado durante un periodo prolongado, no tenga efecto secundario. Los componentes se eliminan a través del hígado y los riñones, por lo que tarde o temprano, estos órganos se verán afectados. Pueden crear dependencia, con dificultad de deshabituación y síndrome de abstinencia al querer dejarlos. A más medicación que se toma a la vez, más efecto potenciador... de efectos secundarios.

Os invito a ser más críticos con vuestros médicos, que expliquen porqué tenéis que tomar un medicamento, cuáles son los efectos terapéuticos y cuáles los negativos. Siempre es conveniente buscar una segunda opinión.  Por otro lado, hacen falta más médicos con valor y sano juicio.


Información crítica sobre vacunas:
http://www.vacunacionlibre.org/nova/

Información crítica sobre sanidad en general:
http://www.lavanguardia.com/lacontra/20130207/54365145790/la-contra-juan-gervas.HTML
http://www.migueljara.com/

martes, 14 de enero de 2014

Punto 2: Renunciar a hormonas sintéticas

Sin duda, a las mujeres, los anticonceptivos orales les han cambiado la vida a mejor: el control sobre el ciclo nos permite una sexualidad más relajada, nos brinda el poder de decidir el momento del embarazo y nos hace, por fin, dueñas de nuestros cuerpos. Sin embargo, todo esto es ilusorio si miramos las secuelas que nos puede dejar el (ab)uso de los anticonceptivosaumento de peso, trastornos de la regla hasta ausencia completa de ella, una vez dejamos de tomarlos, y, a largo plazo, el aumento de riesgo de padecer cáncer (sobre todo de mama y de útero, más sensibles a un desequilibrio hormonal).

El mismo discurso vale para las hormonas sustitutivas durante la pre-y menopausia. Rápidamente se prescriben hormonas para paliar una fenómeno absolutamente normal y natural. Aquí también, si pasamos más de cinco años tomando hormonas, el riesgo de enfermar de cáncer aumenta exponencial-mente. Por otro lado, los beneficios de las hormonas sintéticas en esta etapa son más que dudosos, ya que solo tranquilizan los síntomas menos peligrosos, aunque sí molestos, como sofocación o sudoraciones. NO previenen patologías cardiovasculares ni alivian cuadros depresivos.

Las mujeres somos un objetivo importante (y ¡codicioso!) de la medicina alopática. Pasamos a ser pacientes desde que nacemos: nos monitorean, vacunan de VPH, sugieren los anticonceptivos para "curar" acné, dolores de menstruación o el síndrome poliquísticos, nos mamografian y ecografían, y a partir de los 45 + nos venden la moto de las hormonas sustitutivas, porque cuando empiezas a acercarte a la edad "fatídica", de repente, corres riesgo de enfermarte de casi todo. Todas estas mal llamadas "prevenciones" no hacen más que enfermarnos: la repercusión de la vacuna VPH, de la que hablaré en mi próximo post, el acumulo de las radiaciones de la mamografías y ecografías, las hormonas de los anticonceptivos y la terapia sustitutiva, sin olvidar los medicamentos que ya prescriben sin mirar a la persona: Con que pases los cuarenta "toca" fármacos contra la hipertensión, el colesterol, para apoyar la tiroides y un largo etc. Todos estos puntos no suman, ¡potencian! el efecto nocivo.


La mejor opción sigue siendo dejar la naturaleza hacer su camino, aprender a escuchar su propio cuerpo, dejar que haya altibajos, permitir pequeños trastornos para que el organismo vuelva a su equilibrio y aceptar el transcurso del tiempo como algo natural. 


martes, 7 de enero de 2014

Punto 1: Disfrutar de una alimentación equilibrada y más vegana posible

Otro post sobre alimentación... Sí señoras, porqué lo que comes es tu medicina, ya lo decía Hipócrates. Es lo mejor que puedes regalarte y es la única contribución que está completamente en tus manos: una buena aportación de nutrientes, minerales y vitaminas asegura un buen funcionamiento del organismo, regenera tu terreno y aporta energía suficiente para cumplir con todos los quehaceres.

La web está llena de consejos sobre alimentación saludable, sin embargo, los hay que son más que dudosos. Si realmente crees que necesites un cambio en tu confección de menús, lo mejor es buscar apoyo con una persona que tenga la formación correspondiente y que sea de confianza.

Como línea general, te recuerdo algunas reglas bases:

Hay que repartir 5 comidas a lo largo del día, asegurando la aportación de los siguientes nutrientes:
50% en hidrato de carbonos (harina integral, patatas, garbanzos etc.).
30% en grasas (saturadas e insaturadas)
15% en proteínas (mejor de origen vegetal).

Consumir 5 raciones de verduras y frutas (mejor si de cultivo biológico.)

Evitar productos derivados de animales como carne o lácteos (al no ser que sean de origen biológico), por el simple hecho de que a los animales se le administra antibióticos para que no se enfermen y hormonas para que crezcan más rápido. Residuos de estos productos se encuentran en todos los derivados de animales (carne, lácteos, huevos, etc.)


Evitar azúcar, dulces y todas las bebidas azucaradas. El veneno blanco, acidifica nuestro organismo y es cancerígeno.

Evitar todo tipo de comida preparada (por los aditivos, colorantes, edulcorantes y demás añadidos). A parte de ser muy pobre en valores nutritivos, son nocivos, ya que pueden ser alergénicos y/o cancerígenos.

Muchas de las enfermedades crónicas tienen su origen en una dieta desequilibrada: tendemos a comer demasiado en general, aportando pocos hidratos de carbono (y de mala calidad), demasiado proteína animal y grasas insaturadas, demasiado azúcar y aditivos nocivos a través de comida envasada y precocinada. Las consecuencias se registran en un aumento de peso primero y en enfermedades colaterales después (diabetes tipo II, arteriosclerosis, problemas de corazón, etc.).

Para hacer el cambio, no hay nada mejor que unos días en ayuno o una semana de depuración.